Los tejidos más usados eran la seda, el damasco y el brocado, adornados con dibujos de animales, flores y plantas. Los tejidos bizantinos llegaron a Europa a través del comercio con Venecia, donde gozaron de gran éxito. En el siglo XI, mientras que los campesinos seguían usando pantalones, los hombres de clases altas empezaron a usar calzas, ceñidas a las piernas con ligas, elaboradas en escarlata o grana, un tipo de lana fina de color rojo.
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