Por otro lado, el vestuario tuvo una tendencia cada vez mayor a la individualización y surgieron los primeros sastres profesionales. En la Plena Edad Media (siglos xii-xiii) hubo un refinamiento de las costumbres y el vestuario buscaba aportar una mayor elegancia al portador. Ambos sexos usaban una larga túnica de hilo, abrochada lateralmente; las mujeres llevaban encima un vestido de mangas con cintas y, por encima, un manto semicircular anudado al pecho con un cordón o un broche; los hombres llevaban medias y unos pantalones cortos bajo la túnica, camiseta inglaterra y un manto similar al de la mujer.